
COLUMNA DE OPINIÓN

Por: Claudio Adasme
Gerente General Tierra Verde
Yo no soñaba con emprender. Ni con innovar. Solo quería hacer bien mi trabajo.
Me formé como Técnico Forestal y comencé trabajando en lo que conocía: plantaciones, raleos, faenas tradicionales. El camino parecía claro. Tenía metas profesionales y sabía cómo cumplirlas. Pero la vida tiene una forma muy particular de presentarte decisiones que no estaban en el plan… y que terminan marcando tu historia.
Un día, hace más de 23 años, recibí una propuesta que me descolocó por completo: desarrollar un sistema de aplicación de residuos orgánicos, específicamente lodos estabilizados, para recuperar suelos degradados. Yo no sabía nada de eso. Ni siquiera era parte de las conversaciones en el mundo forestal. Y para ser honesto, mi primera reacción fue dudar. Pensé: ¿qué tiene que ver esto conmigo? ¿Qué voy a hacer yo con residuos orgánicos?.
Casi dije que no. Estuve a punto. Pero algo me hizo detenerme.
Quizás fue intuición. O simplemente la sensación de que había algo importante escondido en esa incomodidad. A veces, uno no necesita tener todas las respuestas, solo una buena razón para intentarlo.
Acepté. Y desde el primer día supe que este camino sería muy distinto a todo lo anterior. No había manuales. No existían referentes en Chile. Nadie lo había hecho de esta forma. Empezamos con pequeñas pruebas, muchas fallaron. Pero con cada error aprendimos. Y con cada pequeño resultado positivo nos aferramos con más fuerza.
Recuerdo bien los primeros ensayos: cargábamos camiones con material que nadie quería, trabajábamos con palas y botas en suelos duros, llenos de dudas técnicas, legales, operativas. No había modelos de negocio, ni presupuestos claros. Solo trabajo, convicción y la sensación de que estábamos creando algo útil.
Tampoco fue fácil convencer a otros. Algunos colegas me dijeron que estaba perdiendo el tiempo. Que eso no tenía futuro. Que era mejor quedarse en lo conocido. Pero el campo nos fue mostrando otra cosa: los suelos mejoraban, los agricultores volvían a confiar, y lo que antes era un desecho se volvía una herramienta de regeneración.
Ese proyecto inicial terminó transformándose en Tierra Verde, una empresa que ha aplicado más de 170 mil toneladas de lodo estabilizado en más de 6.000 hectáreas agrícolas y forestales a lo largo de todo Chile. Pero más allá de los números, lo importante es el impacto: hemos ayudado a recuperar suelos muertos, a mejorar rendimientos, a reducir el uso de fertilizantes químicos y a insertar la economía circular en el corazón del campo chileno.
Cada tonelada aplicada es también una tonelada menos en vertederos. Cada hectárea recuperada es una historia nueva para una familia agrícola. Y todo esto partió de una decisión que casi descarto por miedo, por desconocimiento… por comodidad.
Con el tiempo entendí algo que quizás suene simple, pero que para mí ha sido fundamental: emprender no es tener una idea genial; es decir que sí antes de saber cómo va a salir. Es tener la disposición a fallar, a aprender, a adaptarse. Es estar dispuesto a pasar del rol técnico al humano, del plan al propósito.
Y no, no fue un camino fácil. Hubo momentos en que pensé en renunciar, en que las cosas no daban, en que era más fácil volver a lo conocido. Pero siempre apareció una señal, un resultado, una persona que confiaba, para recordarme que valía la pena seguir.
Hoy veo a muchos jóvenes profesionales y emprendedores con ideas increíbles, pero paralizados por no tenerlo todo claro. A ellos les digo: no esperen tener certezas para moverse. Si sienten que algo los llama —aunque no sea parte de su plan—, escúchenlo. A veces, lo incierto es precisamente el camino que transforma todo.
Mi historia no comenzó con un modelo de negocios, ni con un fondo de inversión. Comenzó con una llamada extraña y una decisión incómoda. Y si sirve para que alguien más se atreva a tomar esa oportunidad que hoy no encaja en su hoja de ruta, entonces vale la pena seguir contándola.
Porque a veces, las mejores oportunidades no vienen disfrazadas de éxito. Vienen disfrazadas de preguntas.
Y basta decir que sí.
Gamero 331, Chillán
42-2244140
www.tierraverdeservicios.cl
contacto@tierraverde.ltda